Una de las cosas que sin duda fotografiamos en nuestro viaje fue la Flor de Loto, una planta imponente, con unas flores impresionantes y hojas enormes que cubrían las orillas de los pantanos y lagos en alguna de nuestras excursiones.
Concretamente, en Hangzhou el día 24 tuvimos oportunidad de ver muchos de ellos, incluso la lluvia de ese día nos permitió ver como las hojas se llenaban y vaciaban, meciéndolas sigilosamente. Sin embargo había una sorpresa más y es que ignoraba que las flores al perder sus pétalos dejaran en su parte central una figura caprichosa en forma de cono invertido que guardaba las preciadas semillas. Eso era lo que precisamente estaban vendiendo algunos vendedores ambulantes por la ciudad, cestos llenos de esa "perilla de ducha" como la llamaban nuestras guías que contenían decenas de semillas y es que la última sorpresa es que eran comestibles. Su sabor se aproximaba al de las castañas, muy ricas menos para Juanjo que por lo visto le dieron alergia...
Tanto Inés como Feli nos explicaron como se podían comer, nos invitaron a unas cuantas flores y pudimos verlo de cerca.
Había que sacar la semilla de la flor, una vez fuera había que cortar y tirar la cáscara que la envuelve, después había que abrir la "castaña" y quitar de su parte central un pequeño tallo verde muy amargo. Ahora solo faltaba comerla. La verdad es que nos gustaron e Inés se sorprendió, no esperaba que así fuera.
Por lo visto podía elegirlas en el momento de la compra y se fueron a por las más grandes, sin darse cuenta de que una de ellas estaba demasiado madura como para poder comerla. Aunque luego probé una y no estaba mal, pero me pareció buena idea guardarlas para intentar plantar alguna semilla a la vuelta en nuestra tierra.
La verdad es que no tenía ni idea de si era posible, si no lo era, si sería complicado, qué necesidades tenían de suelo, agua, temperatura... pero tenía que intentarlo así que guardé esas 11 semillas en mi cartera y proseguimos el viaje. Personalmente me parece muy interesante poder ver como nace una semilla recogida en China y llevada a nuestro país, es como un trocito de naturaleza autóctona, un recuerdo vivo que revivirá también nuestras aventuras. ¿Habrá suerte?
Manos a la obra
Ahora de vuelta, comienza el experimento. Me he informado por Internet y las semillas de Loto están bastanta bien consideradas en este mundillo, se venden a buen precio y según parece no es demasiado complicado cultivarlas con ciertos cuidados.
De momento, he metido una de esas bolitas (que habían reducido su tamaño y se habían puesto completamente marrones) en un tarro de cristal lleno de agua esperando que pueda germinar y ese tallo amargo de su interior brote y salga en busca de luz. Así lo hice y por lo visto es el método habitual, así que no voy mal encaminado.
En tan solo un día el tamaño de la semilla aumentó al doble (se llenó de agua por capilaridad) y ahora está luchando para salir del cascarón. Dicen que puede tardar hasta una semana así que habrá que tener paciencia.
Una de las curiosidades más llamativas con respecto a estas semillas es que según parece pueden aguantar varios cientos de años en su cascarón hasta el momento de ser plantadas. Se han encontrado semillas que han germinado con casi mil años de antiguedad. Sin duda, una maravilla.
Si la cosa sale bien, iré contando el paso a paso de esta segunda aventura, un trocito de China vivo, aquí en Madrid.
martes, 4 de agosto de 2009
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